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La clase media al palo

noviembre 4, 2006

Publicado en La Voz del Interior, hoy sábado. (link a la nota original). Aquí , en versión completa… en el diario salió sin el tercer párrafo. Al parecer el tercer párrafo se enojó con el resto de la nota y se tomó el buque. Yo encontré una copia en mi PC, pero no es lo mismo… no es aquél tercer párrafo destinado al papel y que ahora andará viajando por el mundo y esquivando aduanas porque como todo tercer párrrafo, es un indocumentado.

El pelo teñido y rigurosamente recogido hacia atrás con infaltable vincha, el maquillaje desmedido y la cartera siempre al hombro. Individualista, aprovechadora, prejuiciosa, farandulera y chismosa, pero en algún lugar del fondo, una señora de buena voluntad. La Nelly es el estereotipo de la mujer de clase media de las grandes ciudades argentinas llevado a un extremo a veces no tan absurdo.

La tira diaria que publican Sergio Langer y Rubén Mira en Clarín desde 2003 llegó, como corresponde a cada éxito de la historieta argentina, al libro: La Nelly Argentinísima!!! Volúmenes 1 y 2, editado por Del nuevo extremo, reúne dos años de las aventuras de la Nelly y su particular caterva de chorizos parlantes, vecinas progre, vendedoras bolivianas, bonistas extranjeros y toda la fauna política y mediática que haya sido noticia en el último lustro.


El año pasado, La Voz del Interior entrevistó a Langer por la publicación de Manual de historia argentina, un libro que recopila sus dibujos en el suplemento Zona de Clarín. Ya hay cierta confianza. El dibujante atiende ahora su teléfono con amable entusiasmo y cuenta cómo fue el nacimiento de la historieta: «Fue una propuesta de Clarín, para hacer una tira diaria para toda la familia. No me dijeron concretamente en qué lugar iría pero se corría la voz que era para la contratapa. Fue la primera vez que me puse a pensar en una tira diaria… yo jamás me vi en ese lugar. Lo llamé a Rubén Mira, con quien ya habíamos hechoBurroughs para Principiantes, y Orgullos castrenses. Lo llamé y le pregunté si estaba preparado para el éxito. Allí nació la Nelly».

El humorista explica luego que el espeluznante parecido de la Nelly con una vasta cantidad de mujeres que habitan las veredas argentinas responde a que una Nelly real sirvió de modelo: «una vecina del barrio porteño de la Paternal, terrible, que hacía cortar los plátanos por un flaco alto que parecía un oficial de las SS», cuenta Langer. Se ríe a carcajadas y luego se detiene. Hay un silencio y luego una serie de insultos. Después viene la explicación: «Estaba tomando agua cuando sonó el teléfono… me puse la botella entre las piernas, se cayó y me mojé todas las…». Aunque no es un contenido periodísticamente relevante, a Langer le parece importante terminar la frase. La termina. Se ríe de nuevo y pide que el momento quede registrado. «Ponele ‘sic'», dice.

Una historieta rara
Ya por su estética «tan Langer», o sea, por ese estilo bizarro de gráficos deformes y pluma temblorosa, la aparición de La Nelly en la contratapa de un diario como Clarín fue cosa rara. El de Langer es el arte de lo feo y la tira venía a ocupar el lugar que había albergado a clásicos como el Loco Chávez (de Trillo y Altuna) o el Negro Blanco (de Trillo y García Seijas).

Pero además, la originalidad más fuerte de La Nelly tiene que ver con su contenido: de repente una tira se las empieza a dar contra la clase media con una saña crítica inédita en los medios masivos. Allí donde la clase media no quiere ver, en esa zona de contradicciones y ridiculeces, de xenofobias varias y marcadas tendencias hacia el ventajismo, allí pusieron el ojo Mira y Langer.

Ese es el punto en el que la tira se despega de la tradición: su mirada ácida sobre la política no se aparta del lugar común en el que se mueve el humor político actual, sigue la ley que dicta que todos los políticos son criminales si no de hecho por lo menos en potencia. Pero es implacable hacia una zona que no ha recibido demasiados golpes críticos desde el humor gráfico: las miserias del ama de casa común, su particular responsabilidad social, su desinterés por casi todo lo que no devenga en beneficio propio.

El otro autor de la tira, Rubén Mira, explica que «según nuestra perspectiva, la historieta argentina sigue dependiendo del mito de la clase media bien pensante que nació con Mafalda. Nosotros hablamos de una clase media que fue atravesada por la dictadura y por el menemismo y que por lo tanto carga valores positivos y valores negativos». «Trabajamos –continúa– un nivel de ambivalencia mayor: la Nelly tiene lo peor y lo mejor de los argentinos: a veces la querés matar y a veces la adorás».

La antología recientemente editada permite un repaso por las leyes de la historieta que La Nelly rompió: empezó como un relato de tipo costumbrista, realista, crítico. Y de repente un chorizo tomó la palabra. La irrupción del absurdo marcó un quiebre en el guión de la historieta, que ya no se limitó al barrio como ámbito ni a lo verosímil como límite. Neo, el chorizo del ser nacional, fue uno de los primeros delirios junto al desopilante bonista extranjero Klauss, los bicéfalos del planeta de las antinomias (el presidenciable Néstor Eduardo y su esposa Hilda Cristina, y el inolvidable Carlos Carlos: dos cabezas de Menem) y más tarde los personajes con cuerpos dibujados y cabezas fotografiadas.

«La tira tiene un lenguaje contemporáneo: lo de las fotos les da el perfil de muñecos a los tipos que aparecen. No es lo mismo hacer una caricatura de un tipo que ponerle una foto: si sale con foto estéticamente lo estás haciendo aparecer como un muñeco», explica el dibujante, mientras se sigue secando el pantalón.

La historia reciente. La Nelly se las ha tenido que ver contra todos los dramas de la historia reciente argentina. Los importantes y los no tanto. Una escarapela cubre su pezón en la tapa del libro: la argentinidad al palo en su versión menos heroica. La doña Rosa de Neustadt actualizada on line con los nuevos caprichos del consumo masivo modelo siglo 21. La nostalgia de los ’90 y la desconfianza en el futuro. «La Nelly es muy argentina… creo incluso que para alguien no argentino se trata de una historieta muy difícil de entender», afirma Rubén Mira.

De todo y para todos en la vereda del la identidad nacional. Si usted pasa con su perro por esa vereda, trate de que el animalito no deje el souvenir en espiral. Primero porque la Nelly acecha con su motosierra al hombro. Luego porque la vereda ya está saturada de recuerdos.

Cara a cara con La Nelly

Con Neo, el chorizo del ser nacional sobre el hombro, La Nelly responde, contenta porque va a salir en un diario de Córdoba: «¡Córdoba está unos kilómetros más cerca de Miami!», dice entusiasmada. Luego se gana al público: «Me encanta Córdoba, amo a los cordobeses. La Mona Jiménez es cordobés ¿no?».

–¿Qué extraña de los ’90 Nelly?

–Los viajes a Miami, el uno a uno… y al Carlos.

–¿Por qué no se va a vivir a Europa?

–Porque todavía no me lo pude enganchar a Klauss. Además, me parece que Miami es más glamoroso.

–¿Qué libros se llevaría a una isla desierta?

–Tus zonas erróneas, alguno de Bucay, los horóscopos de Lilly Süllos. Y mi libro de cabecera, Cuentos para Verónica, de Poldy Bird.

–¿A quién va a votar en las próximas elecciones?

–No sé… en política yo no me meto.

–¿Qué le falta la televisión de hoy?

–Un programa con glamour como los Sábados circulares de Pipo Mansera, y uno para toda la familia, La salud de nuestros niños.

–¿Qué mensaje les daría a los cordobeses?

–Que no desesperen porque también habrá una Nelly en cordobés…

–¿Conoce a Luis Juez?

–¡Sí! ¡Es muy buen mozo y muy buen humorista! Es un hombre con poder, y el poder le da glamour…

–Ahora le tengo que preguntar por José Manuel De la Sota…

–Me gustaba más antes del trasplante capilar. El pelo duro le daba sex appeal.

–¿Qué opina de Sergio Langer?

–Es un buen chico, es amoroso… es un bombón.

–¿Y de Rubén Mira?

–Es un gallego cabrón, de sangre caliente igual que yo.

Un comentario

  1. Buenísima la nota Emanuel. Reconozco que la Nelly me producía un gran desagrado y es la única tira de Clarín que no leo todos los días, pero esta cuestión con la clase media es un buen punto de vista, ya la leeré para ver si me sigue desagradando.



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