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Cristina

junio 19, 2007

Todas las vidas de Cristina Bajo

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La escritora más reconocida en Córdoba cumple hoy 70 años. Celebra estar rodeada de amigos, y tiene un sueño para el futuro: viajar a Londres y ser traducida al inglés.

Emanuel Rodríguez De nuestra Redacción erodriguez@lavozdelinterior.com.ar

Un gato se hace ovillo cerca de la estufa, a pocos centímetros de una enciclopedia Salvat, unas revistas y la pata delantera del escritorio. En el escritorio hay una PC negra, un monitor delgado. Detrás del monitor, sobre la pared, dos cuadros. El más grande es un croquis de la Iglesia de la Compañía de Jesús en primer plano, con el Colegio Monserrat y el rectorado hacia la izquierda, y la capilla doméstica y el muro hacia la derecha. Alrededor hay campo, maleza, el desierto que siglos más tarde sería el centro de Córdoba. En el otro cuadro, una foto de 1947. En un paisaje serrano, una niña de 10 años que aún no sabe que será la escritora más famosa de Córdoba acompaña a su padre y a sus hermanos. Hoy, cada vez que escribe, esa misma mujer levanta la cabeza y ve esos cuadros. ¿Los eligió ella, para colgarlos en la pared de su escritorio? ¿O los cuadros la eligieron a ella, para que los recree en sus libros?

Cristina Bajo entra al estudio con la potencia de un tren. Está apurada porque tiene invitados: durante toda la semana no hará otra cosa que recibir gente en su casa. Gente que llega a saludarla porque hoy cumple 70 años.

Dos verbos cifran la alegría de esta mujer: escribir y celebrar. Para el primero, dispone de una habitación pequeña, repleta de libros. Para el otro, un living amplio y una mesa sobre la que se ha discutido gran parte de la cultura cordobesa. “Lo más lindo que me ha dado Córdoba es la cantidad de amigos que tengo”, dice, cuando recuerda el tiempo que lleva viviendo y escribiendo la ciudad.

La escolta de la escritora es una nube de aroma a hierbas. “Esta noche hay guiso de conejo”, explica. Los jueves, la casa de Cristina Bajo luce espléndida, con el hogar encendido, la biblioteca ordenada y un mueble repleto de vinos. Un cabernet sauvignon añejado en roble llama la atención por su etiqueta. “Para mi cumpleaños –dice Cristina– voy a brindar con un vino que lleva mi nombre».

La vida.
Hace una década, Cristina Bajo celebró su cumpleaños con la frase “la vida comienza a los 60 años”. Para entonces su primera novela ya era el libro cordobés más vendido de la historia. Ahora, con la saga de los Osorio ya desplegada en tres libros (Como vivido cien veces, En tiempos de Laura Osorio y La trama del pasado) y publicada en España, y con El jardín de los venenos traducida en Portugal, Grecia y Rumania, la escritora dice que está a punto de darle una nueva vuelta de tuerca a su vida, “por una serie de proyectos que se están por dar”, y que llegar a los 70 “es como empezar de nuevo”.

Cristina sonríe y se lleva las manos a la falda. “En serio, flaco”, dice, aunque no hace falta que aclare. Ella sabe de vueltas de tuercas y de empezar de nuevo. Hace poco más de una década que vive de ser escritora, pero en los primeros 55 años de su vida no hubo banquetes, premios, ni vinos con su nombre.

Su primer trabajo fue con lapicera en mano. En Cabana, donde vivía junto a su familia, se dedicó por un tiempo a escribir las cartas y el papeleo de la gente del pueblo que no sabía escribir. “No cobraba –cuenta–, pero ellos me traían de regalo pollos y pan casero. Era muy gratificante”.

Después, fue maestra en Unquillo, en una escuela muy pobre. Trabajó allí hasta que su padre le dijo que parara, por unas paperas que estaban complicadas. Luego fue secretaria en el escritorio de un político, “del partido conservador, por supuesto, porque mi padre estaba con los demócratas”. Trabajó también en una droguería, hasta que se casó y tuvo a sus hijos. Después vendió madera, y tuvo una librería en la Galería Planeta. La hiperinflación la obligó a cerrarla y puso un local de confección de ropa artesanal, “yo les decía a mis clientes que era ropa prerrafaelista, y les contaba la historia de cada prenda”.

Una de las amigas de Cristina la ayuda con el guiso de conejo. Escucha el relato y se acerca: “Yo me casé con un vestido de los que hacía Cristina”, dice, y posa como una novia bajo el marco de la puerta. La escritora sonríe, nuevamente. Sus amigos usaban su ropa, y ahora leen sus libros. Las manos de Cristina tienen algo que une a una ciudad.

La tienda de ropa desapareció por arte de unos ladrones que la vaciaron. Cristina se dedicó entonces a tejer para una boutique. Durante un tiempo se inició en el tarot, aunque cuando tuvo un ataque de corazón juró no volver a tirar las cartas. Mantiene su promesa, porque después de ese susto todo cambió: por iniciativa de una pareja de amigos, publicó Como vivido cien veces. Y así comenzó la que es, entre todas las vidas de Cristina, la que más alegría le ha dado.

Córdoba y Londres.
Poca gente remarca tanto que ama un lugar de la manera en que lo hace Cristina Bajo con Córdoba, una provincia a la que le ha dedicado más de 50 años de estudios y escritura. “Me gusta el cordobés –dice–, desde el taxista al gracioso que va en el carro y te dice un piropo desproporcionado”. Cristina vivió en barrio Providencia, y en barrio General Paz; después se mudó con su familia a Cabana y más tarde volvió a la capital. Actualmente vive en una casa de Alto Alberdi construida por su padre.

Sólo una ciudad en el mundo podría disputar con Córdoba un lugar de privilegio en el corazón de la escritora: Londres. Cada vez que Cristina Bajo habla de Londres la luz del ambiente cambia.

“No sé qué tengo con la cultura inglesa, con sus escritores, con sus pintores”, se pregunta la autora, mientras su gato salta hacia el techo del monitor. El lomo de la mascota arde. “Soy geminiana –continúa– y por eso tengo dividida la vida: me siento muy cordobesa, pero tengo una fuerte añoranza de Europa, de sus árboles, de su pasado, de su literatura, y de sus ríos».

¿Hay dos Cristinas sentadas frente al gato y la estufa? Lo que ella misma dice a continuación parece confirmar esa versión: “Soy una persona de centroderecha, pero realmente, en el fondo y en las cosas en que creo, soy de izquierda”. El gato parece sorprenderse y salta a las piernas de Cristina Bajo. Ella lo corre mientras cae en la cuenta de lo que acaba de decir: “¡Los de izquierda siempre me consideraron una derechista, y ahora los de derecha van a decir que soy zurda!”.

Brindis.
¿Por qué brindará Cristina hoy, cuando descorche uno de esos vinos que tienen su nombre? ¿Por su biografía? ¿Por los logros, los premios, los lectores? No. Brindará, como siempre, por lo que viene: “Voy a brindar porque antes de morirme pueda dejar terminada mi novela sobre el siglo 20, mi novela policial, y la Historia de la vida privada en Córdoba. Con eso, con ir a Europa y con que me traduzcan al inglés, cartón lleno”, dice, con gesto de invitar una copa. El vino es dulce, frutal, e intenso. Le hace honor a la etiqueta.

“Yo no le tengo miedo a la muerte”, dice, mientras pide que le preparen un juego de servilletas con puntillas. “El otro día vinieron unas amigas de mi edad. Me preguntaban ‘¿Por qué te avejentás?´ ‘¿Por qué no te teñís el pelo?’ ‘¿Por qué no te buscás un novio?’”. Se ríe. Mira a su gato, que ha vuelto a pegarse a la estufa. “Tuve una vida plena: hice todo lo que quise. No tengo cuentas pendientes”. Salud, dice. Salud, señora.

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Antes de los 80
«¡Terminar la saga de los Osorio!» responde Cristina, tras una pregunta sobre lo que le gustaría hacer antes de cumplir 80 años. «Y terminar una novela policial que tengo casi lista, que sucede en Escocia». A principio de año, la escritora había anunciado que en 2007 publicaría una novela ambientada en los años de peronismo en la Argentina, pero esa obra quedó pospuesta para 2008. Por ahora, Cristina Bajo está ocupada en terminar su libro de cocina, en el que mezcla recetas con memorias familiares.

La autora asegura que tendrá tiempo para todo eso: «Tengo una expectativa de vida de 89 años», explica. Y no se trata de una previsión médica. Se trata de una certeza que tiene que ver con la felicidad: «Soy el triunfo del espíritu sobre la materia. Tengo tanta alegría que vivo mejor que mucha gente de mi edad que se cuida en todas las comidas, y que hace ejercicio». Después cuenta que cuando se casó, no tenía un peso y su hermana se preocupó al verla casi a la intemperie en un crudo invierno. Cristina le dijo que no se preocupara: «Yo no me voy a enfermar, porque las personas felices no se enferman».

5 comentarios

  1. Soy de concordia Entre Rios,estoy en 4º año de la secundaria y estoy haciendo un trabajo monografico de la apasionante novela´´como vivido cien veces´´, me gustaria saber si conocen algun medio por el cual me pueda comunicar con la escritura porque tengo algunas dudas.
    Desde ya muchas gracias


  2. Denise, te paso la página de C.B. donde figura un email, talvez alli la puedas contactar. Fijate en la parte de «contacto». Probablemente Emanuel te pase mejor data, pero por lo pronto te tiro este dato. Saludos, vic.

    http://www.cristinabajo.com.ar/
    bajoarias@gmail.com


  3. Gracias Vic.
    Pinchilón es un servicio a la comunidad.


  4. hola soy tania gimenez me dicen tati,quiero comunicarme con vos para mostrarte mis poesias y algunos cuentos tengo ya 100 hojas de computadora con poesias y algunos cuentos
    me gustaria que los leas y aun mas leertelos porque me dijieron que no es lo mismo como se interpreta una poesia cuando se la lee.
    bueno me encanta lo que escribis…
    ojala que algun dia te pueda conocer o aunque sea contactarme con vos.
    te dejo nuevamente mi email por si queres contestarme:tati_00_08@hotmail.com


  5. Por favor necesitaria un resumen o argumento del libro como vivido cien veces.
    gracias saludos
    Mail: diegojm_33@hotmail.com



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