Archive for the ‘Entrevistas: Escritores’ Category

h1

Kung Fu Falco

agosto 7, 2008

Entrevista con Federico Falco

Del otro lado del mundo

El escritor cordobés presenta mañana Made in China, un libro de relatos inspirado en la cultura oriental, que marca un quiebre en su narrativa.

Publicado hoy en LA VOZ DEL INTERIOR.

Desconcertante como un chino en Nueva Córdoba, el nuevo libro de Federico Falco puede descolocarte: si desde los libros de cuentos 00 y 222 patitos seguís la carrera del escritor y videoartista nacido en General Cabrera, es probable que hayas esperado que Falco regrese al libro propio después de sus distinguidas participaciones en antologías locales y nacionales. Bueno, el nuevo libro propio llegó, y no tiene casi nada que ver con la atractiva trayectoria que tiene a Falco entre los nombres a seguir en medio del confuso panorama de la nueva literatura argentina.

Se trata de Made in China, un libro de relatos brevísimos, cuya escritura parece estar marcada por la imitación lúdica de un procedimiento orientalista, e inevitablemente emparentado con el genial experimento zen de Alberto Laiseca, Poemas chinos. El de Falco es –como lo fue el de Laiseca en su momento– un libro rarísimo para la escena contemporánea, un acto de arrojo que expone, mucho, la cara más experimental del autor.

Según Falco, el libro que presentará mañana a las 19.30 en la Casa de Pepino es el resultado de «una búsqueda casi conceptual, un intento de aunar dos aspectos de mi vida que en ese momento me parecían como el agua y el aceite: por un lado mi faceta de escritor, por el otro, mi faceta de video artista».

«Ya venía escribiendo algunas cosas sobre China, sin saber muy bien por qué –explica–, cosas que habían salido casi por casualidad, bocetos. De más está decir que nunca puse un pie en China, y que mi interés por ese país, antes de escribir el libro, era bastante escaso. Sin embargo, apareció China de la nada y descubrí ahí la posibilidad de trabajar sobre un mundo nuevo, diferente, donde podía inventar a mis anchas, sin la necesidad de ser verosímil».

Falco es el primero desde la izquierda. Aqui, en la presentación de Diccionario. Foto de Carla Barbero.

Falco es el primero desde la izquierda. Aquí, en la presentación de Diccionario. Foto de Carla Barbero.

Una casualidad olímpica puso a China en la cumbre mediática del mundo en el exacto momento en que Falco publica su libro de relatos chinos. Parece uno de esos extraños giros de la predestinación que funciona como paisaje de fondo de estas luminosas aventuras orientales.

«Había cosas de la China que me atraían mucho –continúa Falco–. Por ejemplo, el hecho de que está en las antípodas de nuestro país, exactamente del otro lado del globo terráqueo. Por momento, me imaginaba China como un reflejo de Argentina, el opuesto complementario, lo que está del otro lado del espejo. Otra cosa que me atraía mucho eran la escritura china (oriental en general), el pensar el poema como un dibujo, un signo concreto, una imagen. A partir de eso y del trabajo con Carrera, empecé a editar esos textos chinos como si realmente se tratara de imágenes, como si las palabras no fueran otra cosa que un dibujo».

–¿Cómo fue ese proceso?

–Hice una traslación un tanto obvia y me puse a escribir como si, en la isla de edición, estuviera editando una obra en video, en video arte. Incluso pensaba en recursos y acciones que hubiera realizado si yo a ese texto lo hubiera estado escribiendo en Premiere, o en Flash. Usé transparencias, layers, transiciones, tipos de montaje. Pensaba en las palabras como si fueran restos, basura, materia prima disponible en la mesa de montaje. Armaba collages, reciclaba viejos discursos políticos, informes socio económicos, textos de análisis económico…

Refugio

Una tragedia interrumpió ese trabajo: «Una persona muy querida y muy cercana a mí falleció de una manera brutal. Dejé de escribir por un tiempo y me olvidé por completo de los postulados conceptuales, de la búsqueda experimental. Ya no tenían mucho sentido».

–¿Cómo retomaste el libro?

–Los chinos fueron apareciendo de nuevo poco a poco. Se transformaron en mi refugio, un lugar a donde escaparme. A veces me despertaba durante la noche y no podía creer que lo que había pasado realmente hubiera pasado. Parecía de otro mundo, de una película. Entonces me iba a China. El lenguaje me salía dado vueltas, no porque estuviera pensando en video, sino porque no podía pensar en nada. Era como escribir entredormido, sin ninguna intención. Era escribir para mí.

De ese proceso surgió Made in China, un libro de extraña tristeza, con momentos de humor sutil, y con anécdotas de apariencia inconclusa, que se revelan, desde un punto de vista zen, como únicas maneras de acceder a la totalidad. En el medio, como hilo conductor, una especie de teoría maoísta sensible que funciona como espejo deforme de los sueños revolucionarios de este lado del mundo.

–¿Qué lugar ocupa este libro en tu producción? ¿es un libro de ruptura, un recreo…?

–La verdad es que no sé. Creo, sí, que es un libro «muy especial». Fue un proceso bastante largo y que ahora siento muy lejano, pero que también siento como un proceso orgánico. En todo caso, habría que tomarlo como un ejercicio de libertad y de búsqueda… que vaya uno a saber dónde termina.

–¿Qué puede decir la distancia que hay entre vos y la cultura china, sobre los temas que un lector podría asociar con mayor frecuencia a tu escritura?

–No sé qué puede decir esa distancia. Supongo que, también como te decía arriba, mucha libertad. Pero yo tampoco siento que haya muchas diferencias de temas. Tal vez hay determinados escenarios, personajes que aparecen recurrentemente en mis dos primeros libros que aquí no aparecen. Ahora, si bien hay un cambio en lo formal, en lo estético, y un cambio de escenografía, los temas son, en gran parte, los mismos.

Made in blog

Algunos de los relatos de Made in China habían sido publicados por Federico Falco en su blog Aquí no hay bosque, un espacio que el escritor mantuvo durante unos dos años y que hace unos meses cerró.

–¿Qué pasó con el blog?

–Lo cerré porque ya no podía sostenerlo. En los últimos tiempos sólo posteaba lo que estaba publicando en el diario Perfil. Un blog te exige una presencia diaria que a mi me desgastaba. Demasiada exposición. Demasiado tiempo, también, leyendo otros blogs, linkeando. De alguna manera, para mí, se había convertido en una especie de exigencia, un lugar en el que me sentía incómodo todo el tiempo.

–¿Son importantes los blogs en el campo de la literatura?

–Sí, creo que los blogs son uno de los lugares de circulación más importantes de la joven literatura contemporánea. Te diría que casi son la plataforma por donde circula esa literatura. Aunque no todos tengan uno, de ninguna manera se podría pensar en la generación de escritores de entre 20 y 35 años dejando los blogs de lado. Son el lugar donde las voces se diferencian e individualizan, donde se plantea el debate, donde se lee y se discute. Funcionan dentro del mismo campo y, además, cosa totalmente innovadora, permiten que el lector común participe también del campo de lo literario, lo module. Y, a su vez, para la gente que escribe en el interior del país, el blog es la forma de estar en contacto. De dejar de pensar en el campo de la «literatura cordobesa» para pensar en el campo de la «literatura argentina», si es que esos dos campos existen. En todo caso, los blogs son un modelo de federalismo muy fuerte.

Presentación: Viernes a las 19.30 en Casa de Pepino. Pablo Natale y Gustavo Crembil se referirán a la obra.

h1

Familiarizar el despelote

May 7, 2008

Mi amigo el José tiene una esposa bellísima, una hija más linda aun y tres libros, tres libros, recomendables para hacer cagar de la risa a cualquiera que no se relama en el fracaso o ande promoviendo la heroicidad de los escritores que viven de sus empleos en el comercio cordobés y no de lo que escriben. Cada vez lo quiero más al José.

Me había tomado vacaciones del diario, y estuvo buenísimo volver y entrevistar, de nuevo, al gran José. Es mi amigo y nada de lo que diga de él será objetivo, pero yo nunca creí en la objetividad. Creo en las cosas que me hacen bien, como los libros de José, como José, como comer jamón en el patio de su casa y hablarle de la mujer que me gustaría llevar a su patio a comer jamón.  Mañana, cita obligada: a las 19.30 en el España Córdoba.

 Publicado HOY EN LA VOZ DEL INTERIOR

«La literatura tiene que servir para enamorar»
El entretenimiento es la clave de «La belleza del escándalo», el nuevo libro del creador de «Peinate que viene gente».

Emanuel Rodríguez
De nuestra Redacción
erodriguez@lavozdelinterior.com.ar

Hay olor a cajas y los muebles parecen gritar que no han adoptado su posición definitiva: entre los restos de una mudanza reciente Nikita balbucea algo que sólo su padre podría comprender, o algo que no necesita ser comprendido. Nikita es la hija de José Playo, el dueño del caos, el hombre que mañana presenta un libro, pasado mañana termina de mudarse y en pocos meses será padre nuevamente. La intensidad parece ser el rasgo definitivo de la vida del autor de La belleza del escándalo, un libro de cuentos que balbucea algo que no necesita ser comprendido, algo sobre la vitalidad que se esconde en el desastre.

¿Tres libros hacen un escritor? Por suerte para muchos, estamos en la casa de un tipo al que eso no le importa. José escribe, va a los bifes, y que los demás digan de él lo que les venga en ganas. A José le basta con saber que un grupo más o menos numeroso de gente que lo sigue a través de su blog lee y disfruta lo que él escribe.

Con eso es suficiente para que este padre de familia banda ancha sonría como un niño: con eso y con ver que el libro que presentará mañana a las 19.30 en el Centro Cultural España Córdoba ha llevado a muy buen puerto un capricho personal: cada cuento está ilustrado por artistas jóvenes, dibujantes que José conoció a través de su revista Peinate que viene gente y su blog homónimo, y que ayudaron al escritor a darle “un formato más atractivo” al libro.

A Playo le preocupa la atracción: aunque la mitad de los cuentos de La belleza del escándalo ya han sido publicados en el blog, y además cada uno de ellos ha recibido centenares de comentarios elogiosos, el paso al papel es un desafío que el autor de Peguelé hasta dejarlo morado intenta resolver con la fusión de lenguajes, acercándose al cómic y alejándose definitivamente de la estética dominante en los pequeños focos de producción literaria más o menos activos en Córdoba.

“Me pegó el gremialismo romántico de los dibujantes: entre ellos se recomiendan mutuamente, se elogian. Eso, entre los escritores, acá en Córdoba no pasa”, dice José, quien se siente “más cómodo” al margen de los grupos que parecen marcar las principales líneas en tensión en la literatura de Córdoba, incluso al margen de la versión “joven” de ese escenario: “Me quita una responsabilidad –asegura, tras hacer un vasto gesto con la cara, las comisuras hacia abajo, las cejas hacia arriba–, porque no tengo que pensar en ‘las grandes cosas’. Cuento con la empatía de mis lectores y con eso ya me siento gratificado”.

La marginalidad de Playo es el resultado paradójico de que a él no le interese buscar la marginalidad: Playo apela a una literatura de entretenimiento que lo acerca a un público que no suele acercarse a los libros, agota ediciones y maneja una masividad, a escala cordobesa, insólita.

Cualquiera que lo conozca sabe que su secreto es simple: “el disfrute”. Para José es importante pasarla bien mientras escribe, y luego “contagiar al otro”. La cuestión es así: “La literatura tiene que servir para enamorar”, dice. En la simpleza de esa bandera reside también la efectividad de sus experimentos narrativos, que buscan siempre llevar al lector a una zona lúdica y divertida. Sus arrebatos melancólicos jamás se extienden por más de tres renglones: son amagues, movimientos que anticipan una sorpresa.

Estar ahí.
La mitad de los cuentos de La belleza del escándalo (el título es también la definición de una estética) ya fueron publicados en el blog. Para José se trata de una instancia más de su relación tan particular con esa masa fiel que mantiene a Peinate entre los blogs más visitados de la Argentina: “Los lectores comentan, aportan y yo les presto mucha atención a esos aportes: he cambiado finales de cuentos después de algún comentario, y me imagino que a esos lectores les interesa ver cómo quedó. Además saben que han participado, y fueron testigos de cómo nació ese cuento, que ya es tan de ellos como mío”.

José habla de sus lectores como si hablara de una familia italiana, numerosa, ansiosa, tan escandalosa como enérgica. Una familia que mañana tiene una de esas citas obligadas con aquello que los une. Playo ha logrado familiarizar el despelote; el caótico escándalo de su literatura encuentra en la amabilidad del humor un espacio original para decir algo que no necesita ser comprendido. Basta con que lo disfruten.

AGENDAR:

La belleza del escándalo, de José Playo (Ediciones del Boulevard, Córdoba, 2008, 200 páginas.
Presentación: Carlos Presman presentará el libro mañana a las 19.30 en el Centro Cultural España Córdoba, Entre Ríos 40.

Read the rest of this entry ?

h1

El arte no sirve para nada

febrero 21, 2008

Pensamiento abstracto

El arte no sirve para nada. Oscar del Barco se recuesta en el sillón. No tiene remera ni calzado, pero sí un pantalón de gimnasia manchado de pintura. Su melena canosa parece desconocer las posibilidades de un peine. Sentado en el sillón y rodeado de sus cuadros parece un loco, o una caricatura de un demente.
Le molesta que lo llamen «filósofo» y con el mismo fervor se opone a que, ahora, le digan «pintor» y a que cualquier adjetivo acompañe la mención de su apellido. No le gustan las entrevistas y por eso sólo acepta conversar. Eso que es Oscar está sentado en un sillón y dice que «el arte no sirve para nada».

Read the rest of this entry ?

h1

¿Vale la pena?

enero 3, 2008

¿Vale la pena, la vida?

Por mano propia, un librazo.

Aquí, una entrevista a su autora.

h1

El Sergio

diciembre 29, 2007

Sergio Aguirre me regaló las mejores canciones, en distintos discos. Lo conocí cuando trabajaba en La Intemperie. Nos hicimos amigos porque sí, porque no podía ser de otra manera. Leí tres de sus cuatro libros, y les debo tres de mis mejores días, absolutamente metido en un mundo en el que siempre, siempre, algo terrible está por suceder.

Sergio Aguirre tiene una extraña, iluminadora capacidad para hacer que la gente que está a su alrededor la pase bien. Inventa juegos. les pregunta a todos los invitados qué animal les gustaría ser, o qué personaje de qué película. Yo una vez contesté que quería ser Paul Giamatti en Sideways. No sé elegir protagónicos, o elijo siempre tipos que la pasan mal.

El viernes volví a ver Sideways, la tengo en dvd. La veo cuando estoy feliz.

Bueno, la semana pasada salió en Ñ una entrevista que le hice al Sergio.

Read the rest of this entry ?

h1

Coincidencias accidentales

noviembre 22, 2007

Cosas que pasan: dos poetas que viven en la misma provincia, comparten generación y lectores, pero no se conocen. El padre y la madre de uno murieron en un accidente aéreo. En el mismo accidente murió el padre del otro. Además, cumplen años el mismo día.
Mañana se conocerán, finalmente. Participarán del ciclo “CH de Charla”, a las 20.30 en Galileo (Gauss 5700). Alejandro Schmidt, Vicente Luy. Y una historia que comienza con un final.

El avión
Los reportes del Ministerio del Aire de Brasil dicen que fue responsabilidad del copiloto. El comandante de la nave actuaba como instructor. El copiloto no registraba experiencia al mando de aviones como el Comet IV. No estaban cansados, apenas habían volado tres horas en él último día. La madrugada del 23 de noviembre de 1961 en San Pablo no ofrecía la luz suficiente para el despegue del avión. Noche pesada. La aeronave haría escala en Trinidad y tenía destino final en Nueva York. Había salido de Buenos Aires.
La carrera de despegue fue de aproximadamente 2000 metros. El avión alcanzó unos 120 metros de altura en apenas 55 segundos. Luego voló un minuto más. Chocó primero contra un árbol, que le arrancó el contrabalance del elevador. Luego contra otro, que incendió el tanque externo del ala izquierda. 
Sus restos quedaron en un bosque de eucaliptos, a 3170 metros de la pista, en una zona de San Pablo conocida como Campinhas. 
Los cuerpos de los 40 pasajeros y de los 12 tripulantes no pudieron ser reconocidos. Los bomberos paulistas debieron esperar varias horas antes de comenzar a apagar la bola de fuego en que se había transformado el Comet. La lista de víctimas se armó con la lista de pasajeros.
La noticia llegó a la Argentina a las ocho de la mañana. Tragedia aérea, 52 muertos.

Vicente
Vicente Luy tenía apenas 5 meses cuando sus padres, Gilbert Luy y Luciana Rosa Cruz Leticia Larrea murieron en aquella tragedia. 
Vicente vivió con varias familias hasta que a los siete años se mudó con su abuelo, el poeta español Juan Larrea. Con él vivió hasta los 19 años: su primera formación en la poesía fue obra del español, introductor del surrealismo  en América Latina y principal propulsor de la poesía de César Vallejo. Vicente empezó a escribir poesía a los 15. Bajo la influencia literaria de su abuelo publicó, 11 años después de la muerte de Larrea, Caricatura de un enfermo de amor (1991). Luego fue en busca de una voz propia, desgarrada de pena y al mismo tiempo vitalista.
Heredó de sus padres una pequeña fortuna, que dedicó a la autoedición de libros y a forjar una fama de excelente anfitrión. Publicó La vida en Córdoba y No le pidan peras a Cúper, entre otros.
Una depresión extraordinaria lo alejó de la producción literaria, y entonces reunió sus mejores poemas en un libro polémico: La sexualidad de Gabriela Sabatini.
Varios escritores jóvenes cordobeses reconocen en la poesía de Luy una referencia generacional. Él vive, actualmente, en Barrio Jardín, acompañado de su perro. De su fortuna quedan libros apilados y dinero para pagar un alquiler por unos meses más. Ha probado todo lo que la ciencia y la magia proponen para curar la tristeza.

Alejandro
Alejandro Schmidt tenía 6 años cuando ocurrió el accidente. En la misma tragedia en la que murieron los padres de Luy falleció su propio padre,  David Schmidt. Alejandro vivía con su madre, Mafalda Isabel, en Buenos Aires. Tras la muerte del padre, ambos volvieron a Villa María.
David Schmidt era sacerdote de la iglesia luterana. El azar unió su oficio a su destino: se había dedicado a traducir los evangelios de San Pablo.
Alejandro empezó a escribir poesía a los 13. Nunca se detuvo. Es uno de los autores más prolíficos de la geografía literaria provincial, y un promotor acérrimo de la literatura. Su primer libro se llamó Clave negra, y lo publicó a los 26 años. Antes había incursionado en el género de las plaquetas y las publicaciones alternativas.
En 1988 publicó Serie Americana. Agotado, el libro comenzó a circular en fotocopias, de mano en mano. Le siguieron muchos títulos: El diablo entre las rosas, En un puño oscuro, Silencio al fondo, Esquina del universo, La vida milagrosa, Llegado así, Casa en la arena y Mamá, entre otros. Desde 1992 dirige la editorial de poesía Radamanto. Es editor, además, de la revista Alguien llama.
Lee todo lo que llega a sus manos. Un día le llegó un ejemplar de No le pidan peras a Cúper. Le llamó la atención la contratapa del libro: la fecha de nacimiento del autor coincidía con la suya, 3 de mayo. No se sorprendió: el 3 de mayo nacieron otros poetas, como Juan Gelman y Rubén Vela. Poco tiempo después leyó una entrevista a Luy en La Voz del Interior. Allí había referencias al accidente aéreo de San Pablo. Investigó en la lista de víctimas y comprobó la coincidencia. Buscó el teléfono y llamó.

Los dos
Aún no se conocen personalmente. Han hablado por teléfono varias veces desde que Schmidt descubrió el hilo trágico que une sus historias. Los dos son poetas, y los dos son referentes generacionales, aunque sus poesías no se parecen en nada. Para Schmidt la muerte de su padre es “un luto eterno”, una sombra que se proyecta sobre todo lo que ha escrito. Luy no habla de sus padres en sus poemas, aunque sí ha incluido cartas de su madre en un libro de título sugestivo, Aviones.
Schmidt había sido, además, alumno del abuelo de Luy en la UNC, en el aula César Vallejo que Larrea había fundado. La serie de coincidencias parece entrañar el secreto de las historias de película: Schmidt, hijo de un sacerdote, nació el 3 de mayo, día de la invención de la Santa Cruz. Luy, poeta polémico, censurado por un intendente de Córdoba que ordenó despegar inmediatamente una serie de afiches de su autoría, con fotos de desnudos frontales y la frase “lo esencial es invisible a los ojos”, nació el 3 de mayo, día de la libertad de expresión.
Schmidt tiene un optimismo como un tren, pura vitalidad. Luy es todo lo contrario. La matemática del azar, la vida milagrosa, los aviones, los reunieron de una manera insólita e intensa. Cosas que pasan.  

Read the rest of this entry ?

h1

Silvio Mattoni | Poeta de familia

octubre 4, 2007

49088.jpg

La perrita ladra con una agitación asimilable a la alegría. Es un remolino de saltitos histéricos frente a la puerta que da a la vereda de la casa de Silvio Mattoni. Del otro lado de esa puerta hay baldosas, canteros, la calle y una nena, Angelina, la menor de las tres hijas del escritor. Hace unos meses, Angelina hizo un pequeño berrinche en la Feria del Libro de Alta Gracia, mientras su papá leía un poema sobre un paseo por el shopping. El poema es el cierre de El descuido y el problema de la niña es que su protagonista es Margarita. “Ella es la preferida”, dicen que dijo Angelina, que ahora entra a la casa, de regreso del jardín, y se sienta en la hamaca de plástico del patio.
La casa puede ser un paseo temático por los motivos de una poesía que Mattoni comenzó a escribir en algunos textos de Poemas sentimentales, consolidó en Excursiones (2006) y ahora recrea en El descuido: sus hijas, su esposa, las caminatas por Alta Córdoba, trámites mínimos, escenas cotidianas que encierran una reflexión acaso trascendente. Una autobiografía sensible, el diario metafísico de un padre de familia.

Esto que pasa

… Yo me expongo
al deseo insensato de escaparme
o a convertir la vida, esto que pasa,
en simple material para un poema

(La plaza). Un escritor, ¿debe escribir sobre las cosas que vive o debe vivir las cosas tal como le gustaría escribirlas? La segunda es una tentación que Mattoni intenta evitar: “Trato de no estar en situaciones cotidianas de la vida pensando que con eso voy a hacer un poema”, dice, y levanta la voz para superar el volumen de los ladridos de María Florencia, la caniche de juguete que no deja de festejar el regreso de Angelina. “Prefiero que el poema aparezca después, cuando tengo ganas de escribir pienso en cosas que puedo reconstruir… evito la tentación de pervertir la propia vida con la literatura”.

–¿Qué hace interesante la intimidad de una persona?
–Es el problema que plantea todo diario. ¿Por qué sería interesante lo que uno escribe? Hay que tener mucha megalomanía, y pensar que uno es interesante. Yo intento que el episodio que cuento tenga algún elemento dramático que permita cierto reconocimiento, que cualquiera pueda pensar que podría estar en una situación como esa, y tener ese tipo de sensaciones o conmociones en relación a la muerte o a las preguntas que te puede hacer un chico, o al simple deambular por la ciudad. Por otro lado, lo que puede ser atractivo en la poesía es siempre algo difícil de transmitir, un tono, un ritmo, algo que tiene más que ver con la voz. Los poetas que a mí me gustan pueden hablar de una cosa o de otra, no importa, me gustan por el tono que logran.

Descuidado
“Empecé a escribir unos poemas breves sobre el hecho de no tener demasiado tema, jugando con las sensaciones”, cuenta Mattoni sobre el origen de El descuido. “Después se me ocurrió la idea del descuido, que habla de los elementos involuntarios de la poesía, cosas que uno no tiene pensadas y aparecen en el momento de escribir, y que están fuera del control o de la planificación y que por ahí son los poemas que mejor salen”. De allí, el concepto del descuido se extendió a la reflexión sobre la vida familiar, “la forma en que uno cuida o no cuida de los otros”, el descuido de uno mismo, y el descuido de personajes urbanos marginales, borders. En el libro, el descuido es una instancia vital o la posibilidad de la muerte, una zona de suspensión de “la tortura de la atención” y del “hipercontrol de uno mismo”. Es un rapto, una inspiración súbita que está en el comienzo de la literatura:

Quisiera descuidarme de mí mismo
como la primera vez en que algo raro
me agarró de los pelos y me puse
a escribir, solo, sin ningún motivo…

 dice en El primer impulso. Y felicidad. La felicidad es un descuido del orden. 
“Hay momentos del libro en que el descuido es algo positivo y otros en que es negativo. Puede que te lleve a la autodestrucción o que te salve porque te saca un poco del hipercontrol de uno mismo. El exceso de control de la propia vida necesita una válvula de escape”, explica Mattoni.
Por el resquicio que abre el descuido, se cuela en el día la intensidad de las cosas que nos hacen sentir vivos: “busco la intensidad de lo cotidiano. A veces uno no lo sabe, y parece algo rutinario u obligatorio, y después, mirándolo hacia atrás, te das cuenta de que eso fue un momento feliz”.
Fotocopias de una vida en familia, teorías del tiempo y la cotidianidad, los poemas de El descuido son un registro de aventuras mínimas: un gato que muere en el techo de la casa, los saludos a un vecino. De la simpleza del motivo deviene una compleja reflexión sobre la vida, el amor, los lazos familiares, la rutina. Y el humor, la ironía con la que el poeta se narra a sí mismo. “El yo de la lírica por mucho tiempo estuvo cargado de cierta solemnidad –dice el escritor–, obligado a decir cosas muy importantes, a ser inspirado por una instancia trascendental”. En Salir a la mañana escribe:

… un descuido
mínimo me haría chocar, tal vez morir
o peor aún tener que arreglar
el auto…

Sociólogo de barrio

Hay una intención de ensayo sociológico en los poemas de Mattoni que está presente también en la poesía que quiere escribir una generación de poetas que lo tiene como referente. La poesía que escriben autores de 30 años, “la generación del post ’90”, como dice Mattoni.
“Es cierto –continúa– allí hay mucho de registro, de lo que en España, después de la caída de Franco, se llamaba la poesía de la experiencia, donde se contaba mucho las salidas a bailar, por ejemplo, pero con formas fijas, duras”.

–¿Leés a esa generación?
–Sí. Me interesa bastante la poesía autobiográfica de gente más joven que yo. Lo que está publicando La Creciente, por ejemplo.
–¿Te sentís un referente?
–No… En los ’90 yo era clásico y había una vanguardia más realista social y política en Buenos Aires. En estos últimos libros estoy siendo adoptado por los mismos chicos que antes estaban en contra.

Qué somos

Entonces me volví eco del pánico
que conocí de chico y hoy se instala
cómodamente, crecido y tranquilo,
igual que yo. Aunque entonces me altera
saber que nada salva de la nada
y que voy a extinguirme con la pobre poesía
sin llegar a decir esto que pasa…

La metafísica de los gestos simples. Lo que dicen las cosas sobre lo que somos. De eso habla la música que genera la mayoría de endecasílabos de Mattoni.

… Había dejado entonces
de escribir por un tiempo, hasta que al fin
salí a la superficie, abrí la escotilla
de mi cápsula de citar y empecé
a pisar furiosamente el suelo. Todo
se transformó en registro y búsqueda de
                                                           /huellas
entre el descuido, el sopor y la luz
cegadora de la muerte…

Mattoni busca y deja huellas. Pisa furiosamente el suelo de las veredas de su barrio, del patio de su casa, de los pasillos de un shopping mientras su hija le pide permiso para usar un piercing. Dice que Francisca, Margarita y Angelina están acostumbradas a ser personajes de sus poemas, y ahora deliran porque salen sonrientes en la tapa del libro.
Dice también que “ya va siendo hora de dejarlas en paz”. Las chicas crecen. El padre frunce el ceño.  “No voy a escribir sobre sus novios”.

Read the rest of this entry ?

h1

Dios no existe

septiembre 27, 2007

Entrevista a Graciela Mochkofsky.

Lindo libro, linda ella, linda entrevista.

Read the rest of this entry ?

h1

Rosencof

septiembre 3, 2007

Entrevista con Mauricio Rosencof, escritor uruguayo. Capo.

Read the rest of this entry ?

h1

V de Vicente

agosto 23, 2007

Vicente Luy 
“Escribo contra mi cultura”

Entrevista en La Voz, hoy.

Desestimada por el canon como una resaca de la poesía política de los ’90, la literatura dadaísta y provocadora de Vicente Federico Luy es hoy un referente generacional. La publicación de su nuevo libro, Vicente habla al pueblo, en La Creciente es, de hecho, un gesto fuerte por parte de los escritores jóvenes que están detrás del sello (Luciano Lamberti, Alejo Carbonell, Alejandra Baldovín).

Vicente no es un joven escritor. Tiene 46 años y parece de 80. Su voz es desesperante, pura angustia de viejo. Sus mejores poemas sí son jóvenes: vitalismo erótico, activismo sensual, gritos contra la desolación, intensa lucidez política.

Vicente habla al pueblo recupera algunos poemas de su producción que no fueron incluidos en la antología La sexualidad de Gabriela Sabatini, publicada en 2006. Sus lectores adivinan que la elección del título no estuvo a cargo del autor: es una referencia a un dibujo-poema de La vida en Córdoba, un enorme libro para cuya edición Luy invirtió 20 mil dólares. «Mi título era ‘Poemas rechazados’, pero ante las caras feas, cedí. Igual es gente encantadora y, la verdad, yo no tenía algo mejor».

Lacónico en entrevistas, Vicente Luy se pone nervioso como un niño. De mentir, es el maestro de la mentira. De no mentir, su honestidad es tan brutal que desconsuela.

–¿La poesía no vende libros o vos no vendés libros?
–La poesía no sé, pero yo no vendo.
–¿Te interesa vender libros?
–Me interesa, pero en general los regalo.
–¿Qué tenés para decirle al pueblo?
–Que controle las cuentas públicas, el Indec, todo lo que tenga que ver con el dinero. A estos pibes le sacás la caja chica y los arruinaste.
–Una antología presupone un balance. ¿Qué balance hacés sobre tu obra?
–Tengo algunos, unos cuantos poemas buenos; pero no hago balances, el movimiento lo es todo.
–¿Cuánto hace que no escribís un poema nuevo?
–Ayer escribí uno, pero en general no estoy escribiendo. Demasiadas pastillas. Estoy en tratamiento psiquiátrico, disminuido mental, sexual y tenísticamente.
–Decís: «La poesía es la única ciencia que se ocupa del problema». ¿Cuál es el problema?
–Es una ironía, la frase, pero en realidad cada problema, cada gesto, tienen su fondo. Y es ahí donde debe llegar la poesía, al meollo. Se trate de una historia de amor o un comentario social.

Todo mal
–Tus poemas revelan un mundo interior en la intimidad del desastre. ¿Escribir calma ese desastre?
–Escribir alegra, y fortalece.
–¿Cuál es tu mejor poema?
–Empiezo siempre con «¿Venderle el alma al diablo? Sí, pero cara. Y si se puede, venderle también otras cosas. Y venderle a Dios lo que el diablo no compre». Pero no sé si es mi mejor poema.
–¿Contra qué escribís cuando escribís?
–Contra mi cultura.
–Le enviaste un poema tuyo a la cárcel a Telleldín. ¿Por qué? ¿Qué pasó?
–Lo de Telleldín fue algo personal.
–Como figura poética la psicosis puede resultar simpática. Fuera de la poesía, esa misma psicosis puede hacerte la vida imposible. ¿Te da miedo tu poesía?
– Claro que no me da miedo mi poesía (sacando lo de Telleldín); pierdo a los que pierdo y gano a los que gano.
–Si pudieras elegir la edad de tus lectores, ¿qué edad elegirías? ¿Por qué?
–Entre 17 y 35 años. Porque son permeables. Pero tengo lectores cuarentones también.
–¿Qué poema tuyo le enviarías a alguien a quien amás?
–A mi perro no le interesa mi poesía.
–¿Qué poema tuyo le enviarías a alguien a quien odiás?
–No odio a nadie. A veces cargo contra las instituciones, por lo que hoy por hoy suponen, pero no uso mis facultades para atacar personalmente a alguien. A veces, claro, me gustaría, pero no lo hago.
–¿Te acordás de tu primer poema bueno?
–»Inconscientemente vamos por un camino, y conscientemente nos ponemos a buscar otro camino, en vez de hacer consciente el camino por el que vamos».
–Opino que tu poesía es menemista. Muerto el menemismo, tu poesía ha quedado trágicamente desfasada.
–Mi poesía es coyuntural, y hay ciertas cosas, como decís, que han quedado desfasadas, porque hablo de la construcción del ahora. Luego, es natural que algunas cosas pasen de moda rápido. Aunque hay un cuerpo que no.
–Una vez invertiste 20 mil dólares para publicar un libro de poesía. ¿Cómo fue el instante en que decidiste que ese dinero era para «La vida en Córdoba»? ¿No te importó no recuperarlo?
–No existió ese instante. Siempre invierto en mi trabajo, lo que a veces me deja sin cospel. No me importó no recuperarlo, y ayudó a que me diera cuenta de que estoy un poco loco.

Demasiadas pastillas en el botiquín de Vicente. Una historia clínica como para escribir sobre ella un libro de 20 mil dólares. Un perro lanudo. Un televisor, una botellita de coca. Termina la entrevista y Vicente abraza al entrevistador. Su cuerpo de viejo dice algo sobre la soledad que es incómodo de escuchar. Un enfermo de amor, el último hombre sensible de barrio Jardín.

h1

La lencería del desastre

agosto 21, 2007

Entrevista con Aníbal Jarkowski.

Su novela se llama El trabajo. Me la envió L. from buenos aires. Cuando alguien te envía un libro el libro trae algo de ese alguien.

Lo leí el fin de semana pasado, al lado de mi hogar. Lindo libro. Linda L.

h1

No te vayas campeón…

julio 19, 2007

 

Hoy murió Roberto Fontanarrosa.

La última vez que vino a Córdoba cenamos juntos. Yo le había leído esto.

Hablamos de la vida. De las noches inolvidables. De Talleres.

Era de esos tipos que te enseñan a vivir sin querer enseñarte nada.

Me dió mucho una vez que me dio un abrazo.

Dar, de ahora en más, es lo que me queda para pagar esa deuda.

Empecemos, entonces, con un abrazo a todos los que lo queríamos.

y si, como Inodoro, sólo te estás haciendo el muerto para ver quién te llora, sabelo,
yo te lloro.

La primera vez que lo entrevisté.

La segunda.

Otro texto de fan.

El discurso del Honoris Causa.

Y la nota más difícil.

SIEMPRE ESTUVO CERCA

Publicado en La Voz del Interior, el 20 de julio de 2007.

Cada vez que alguien le preguntaba a Roberto Fontanarrosa sobre su relación con Córdoba, él señalaba a su mujer y decía “¡me casé con una cordobesa!”. Luego recordaba sus años de formación en Hortensia, su amistad con Crist. Decía que aquí nacieron sus dos personajes insignia, Boogie e Inodoro Pereyra. Y decía que el enfrentamiento entre cordobeses y rosarinos por cuál sería la ciudad más habitada le parecía una ridiculez. Mientras más habitantes, peor la ciudad. Le quedaba bien el tamaño de Rosario, entre la metrópoli y el barrio.
Nos habíamos conocido en 2005, cuando visitó la Feria del Libro y yo lo presenté. Yo que lo admiraba, lo presentaba.
Fue uno de los capítulos más emotivos de su historia reciente con Córdoba: ingresó al Patio Mayor del Cabildo, apenas caminando, y el aplauso atronador espantó a las palomas del campanario de la Catedral. Hacía mucho tiempo que no venía, y la presentación de un nuevo volumen de tiras de Inodoro Pereyra fue una excusa para que más de 400 personas se pusieran de pie para recibirlo.
Un abrazo puede tener muchas formas. El aplauso de cuatro centenares de lectores es una de las más bellas.
Dije en el micrófono que estaba muy nervioso. Él respondió: “bueno, gracias por transmitirme todo ese nerviosismo a mí”.
Salimos del Cabildo cuatro horas más tarde. La charla había sido extensa, y después Roberto no se negó a firmar ninguno de los 400 libros que le acercaron. Roberto sos un capo. Negro sos el más grande. Negro, te leo desde chiquito. Negro, no sabés cómo se va a poner mi viejo cuando vea esta firma. Fuerza, Roberto. Cada uno de los solicitantes de firmas quería devolver algo de lo que Roberto Fontanarrosa les había dado: cariño, alegría, fuerza. Emociones. Manifestaciones mínimas de la felicidad.
Doctor
Cuando me pidieron que escriba el discurso de entrega del Doctorado Honoris Causa a Roberto Fontanarrosa lloré como un niño. Del Negro se aprende que el humor es una oportunidad para ser inteligentes, que se puede hacer reír y decir en ese mismo acto lo que queremos decir sobre el mundo. Del negro se aprende además a honrar a los maestros. Muchos de sus cuentos hablan de eso: de todo lo que uno aprende cerca de gente que no pretende enseñar nada.
Llegó a Córdoba en silla de ruedas. Fue rodeado por periodistas y les contesto a todos las mismas preguntas de siempre. Cuál era su relación con Córdoba. Qué es el humor. Qué se acordaba de Hortensia.
Durante la ceremonia estuvo radiante, hizo explotar de risa al Pabellón Argentina y selló para siempre un amor incondicional con la ciudad de su mujer. Una ciudad que lo saludaba con admiración. Una ciudad que a él le caía muy bien, por la cantidad de habitantes, por las sierras, por la historia, por el humor, y porque se trataba de una ciudad con clubes de fútbol incapaces de ganarle a Rosario Central.  
Yo había ido acompañado, porque quería testigos de mi tarde de gloria. Roberto nos invitó a cenar y fuimos al hotel en el que se alojaba.
Allí habían preparado una mesa enorme. estaban los familiares de la esposa del Negro. Estaba Crist. estaba el Gordo Oviedo. Estaba también el chico que le ayudaba todo el tiempo. Sobre la mesa había un menú variadísimo y una tonelada de afecto.
Recuerdo cómo se miraban Roberto y su mujer. Esa intimidad siempre estuvo vedada a sus lectores: Fontanarrosa no incluía datos de su vida familiar ni en sus tiras ni en sus cuentos. Por eso presté atención a cómo se miraban. Comíamos versiones elegantes de pollo.
Cuando terminó la cena me invitó a sentarme a su lado. hablamos de libros, de fútbol, de la chica que me estaba acompañando. “Linda mina”, reconoció. Se reía difícil: la alegría de su espíritu estaba en guerra contra la quietud de su cuerpo. Todavía dibujaba algo, aunque se quejaba de que demoraba mucho. “Me rompe las pelotas”, decía. La mano que aún podía moverse se apoyó en mi hombro. Me gustaría saber que ese día aprendí algo que tiene que ver con la humildad.
Después no vino más, al menos oficialmente, aunque siguió abrazado a Córdoba. Cuando sus manos se rebelaron por completo, recurrió a las manos de su amigo, el Negro Crist, quien lo ayudó con las tiras diarias en Clarín. Crist le recomendó que Salas le dibujara a Inodoro.
Inodoro Pereyra solía hacerse el muerto para saber quién lo lloraba. Que lo sepas, Negro: nosotros que te admiramos, te lloramos.

h1

Santiago Kovadloff

julio 9, 2007

 Entrevista a Santiago Kovadloff, filósofo y escritor.

“Hamlet es moderno porque nosotros somos antiguos”

Read the rest of this entry ?

h1

Cristina

junio 19, 2007

Todas las vidas de Cristina Bajo

Read the rest of this entry ?

h1

Guillermo Arriaga

May 30, 2007

Entrevista con el autor de los guiones de Amores perros, 21 gramos y Babel. La que más me gustó de las tres fue 21 gramos, lejos.

Read the rest of this entry ?

h1

Almudena Grandes

May 27, 2007

Entrevista en La Voz del Interior. Domingo 27 de mayo de 2007.

Read the rest of this entry ?

h1

Silvio Mattoni

febrero 4, 2007

Read the rest of this entry ?

h1

Oscar del Barco

febrero 2, 2007

Hace unos días discutíamos con unos amigos sobre lo mágico, lo pavorosamente mágico, que resulta que un tipo como Oscar del Barco viva en una esquina de Villa Cabrera.

Yo le hice hace algunos años una entrevista. Llegué a su casa con 25 años. Salí y ya no importaba el tiempo. La entrevista salió en Ñ. Tampoco importaba eso.

Read the rest of this entry ?

h1

Mar adentro | Schilling

enero 13, 2007

Publicado hoy en Ñ.

Formas de ver el mar, un libro de sextinas de Carlos Schilling, puso a la poesía en la lista de más recomendados de Córdoba. Un aventura formal, entre la imitación y el homenaje. 

Mara Balestrini
Emanuel Rodríguez
Especial desde Córdoba.

Un banco de plaza en una pileta abandonada. Las paredes blancas invadidas por el musgo. Sobre el piso, apenas el agua suficiente para que el paisaje se duplique. Un banco en una pileta en una ciudad rodeada de tierra. Y un título: Formas de ver el mar (Ediciones Recovecos). El último libro de poemas de Carlos Schilling (Sunchales, Santa Fe, 1965, poeta, narrador, editor de Cultura y Espectáculos del diario cordobés La Voz del Interior) es un lugar desde donde mirar un océano.
“Los poemas que integran este libro tratan de reproducir las maneras de ver el mar explícitas o implícitas en la obra o el pensamiento de escritores o artistas de diversas épocas, lenguas y países”, explica el autor, en el epílogo de una obra cuya identidad se compone de 24 sextinas, seis estrofas de seis versos endecasílabos. Las palabras con las que terminan cada uno de esos versos se repiten en todas las estrofas, siguiendo el orden de las caras de los dados. La mecánica remite al movimiento incesante del océano: la recurrencia de las palabras imita la de las olas. Hacia el final de cada poema, hay una séptima estrofa de sólo tres versos donde, como en una última ondulación marina, esas seis palabras vuelven a encontrarse de a dos por verso.
Con toda esa aparente complejidad, Formas de ver el mar fue una de las obras más celebradas en Córdoba durante 2006, acaso por el desafío formal que supone, acaso por su auténtica destreza de navegación.
Cada poema lleva por título el nombre del escritor o artista con el cual Schilling dialoga, o cuya voz toma, en un gesto audaz, para describir un puerto, un barco, una playa. Así, la geometría de los poemas le da al libro el aspecto de un cubo Rubik sometido a las múltiples combinaciones de su número limitado de cuadraditos. Un juego de ingenio de espíritu oulipiano: cada palabra es un color en el cubo del verso, y cada verso lo es en el cubo del poema. A la vez, un poema se funde en otro, como las olas en el mar, y reproduce de esa forma la relación que el libro entabla con el océano de la literatura.
Schilling ha publicado además el libro de poesía Mudo y los relatos Dos variaciones, Diana y Nadia y ¿Agua?. Formas de ver el mar es su obra más extraña: “Cada poema fue a la vez una diversión y un desafío: mirar desde los ojos de otros escritores y ceñir esa visión del mar a la estructura de la sextina. El principio que los rige es que la forma extraña al sentido: lo anhela y lo altera”, explica el autor.
De apariencia solemne, los poemas esconden un juego matemático y una pregunta sobre las relaciones entre lo limitado y lo infinito, que es, en el reverso de las olas, una interrogación sobre el vínculo entre los libros y la vida.
El poeta elige 23 autores, en principio unidos por el motivo marino. “Hubo mucho de azar y de lecturas ocasionales en la elección de los nombres –aclara Schilling- aunque en algunas casos (Leopardi, Hopkins, Gil de Biedma) se impuso la rara ambición de convertirme, al menos por unos instantes, en el poeta o el escritor que imitaba”.  
Tierra adentro, ansiedad oceánica. En el movimiento matemático de los versos de este libro se cifra un enigma: ¿Cómo se ve el mar desde una ciudad sin playa?

h1

Marcelo Figueras

noviembre 16, 2006

Publicado en La Voz del Interior, hoy. La novela está de puta madre. El primer capítulo es durísimo, raro… pero después, oh yeah!, se trata de una fuckin novela de la hostia.

Entrevista con Marcelo Figueras
“La literatura argentina está peleada con la emoción”

El escritor y guionista de acaba de publicar “La batalla del calentamiento”, una fábula sensible sobre el asombro y la redención.

Un lobo que habla persigue a un gigante por un bosque rionegrino. Le trae un mensaje providencial, en estricto latín. El hombre de más de dos metros de altura, perdido como un Dante porteño, trepa a un árbol, desde cuya altura conoce a la mujer más bella sobre la que haya estado. Cayendo, se incrusta una rama en la cola. Luego le dice a la mujer de que un lobo parlante lo persigue. La mujer, claro, al principio no le cree y lo desestima, pero luego ve algunas huellas y le da la razón. El gigante se hace el ofendido. La mujer se encarga de que el lector no pueda abandonar jamás esta novela. Le dice: “Tan grandote y tan boludo”, y toda la solemnidad de la escena fabulesca se quiebra como la cáscara de un huevo del que nace el libro más raro del año.

La batalla del calentamiento lleva por título el primer verso de una canción infantil según cuyas instrucciones más de un par de generaciones de jinetes frenéticos movimos manos, pies, caderas y cabeza. El autor de la novela, Marcelo Figueras, es escritor, periodista y guionista de cine, y está del otro lado del teléfono en algún lugar de Buenos Aires. Espera una pregunta tras los saludos de cortesía, pero recibe una exclamación:

Read the rest of this entry ?